¿Quieres ser Mamá?
¿Ya has invitado a tu hijo a nacer?
¿Cómo puedes invitar al Alma de tu bebé?
Normalmente cuando queremos ser mamá ponemos nuestra atención en el resultado, en quedarnos embarazadas y a partir de ahí, es como que todo comienza. En realidad, todo comienza mucho tiempo antes; seguramente me hayas oído muchas veces (si no alguna) decir que la maternidad comienza con el deseo de ser mamá y al incluir a nuestro futuro hijo en nuestros planes de vida.
Una de las primeras cosas que podemos hacer cuando queremos ser mamá es invitar a nuestro hijo a venir y a ponerse cómodo en nuestro cuerpo; podemos invitarle a nuestra vida, a nuestra realidad y a nuestro mundo, y a partir de ese momento podemos empezar a compartir con él todo ese camino, el camino en el que algún día estaremos juntos y comenzaremos una nueva etapa.
Imagina que desde el momento en el que sientes dentro de ti ese deseo consciente y profundo de querer dar vida a otro ser humano, imagina que desde ese momento y desde otro plano, esté donde esté, de alguna manera ya tu hijo comienza a acompañarte, comienza a observarte, comienza a guiar tus pasos hacia el.
Yo propongo, en mi sistema de preparación al embarazo, trabajar precisamente desde una perspectiva espiritual.
Veamos qué pasos puedes seguir para invitar a tu hijo a venir contigo.
1- Define lo que quieres:
La Ley de la Manifestación nos dice que podemos crear en nuestra realidad todo aquello que deseemos y para ello debemos crearlo antes en nuestra mente; debemos definir, concretar qué es exactamente lo que queremos. Seguramente hayas escuchado hablar de la Ley de la Atracción. Pues la Ley de la Manifestación va estrechamente unida a la Ley de la Atracción.
Te sugiero que te tomes un tiempo de reflexión, que eches la mirada hacia dentro, que escuches tu propia voz, que escuches a tu corazón y a tus más hondos deseos, que conectes con tu propósito al querer ser mamá, que escuches a tus emociones y que observes tu relación contigo misma.
Luego, con calma, define lo que quieres, por qué lo quieres, desde qué parte de ti lo quieres. Te aconsejo que lo escribas en un cuaderno, de esta manera puedes volver sobre ello e irlo completando.
2- Pon Coherencia:
Cuantas veces cuando deseamos algo de corazón, resulta que nuestras actitudes, comportamientos, nuestras acciones e incluso nuestras palabras no guardan ningún tipo de relación con lo que nuestro corazón siente o anhela.
Hemos de poner coherencia y que todo, pensamientos, deseos, palabras, actitudes, decisiones… vayan en una única dirección, de esta manera el mensaje al Universo será claro.
Sobre todo quiero hacer una mención especial a prestar atención a las palabras, ya que mueven mucha energía y podemos estar empleándolas, de forma totalmente involuntaria, en contra de nuestro deseo y produciendo un “estancamiento” en la manifestación de este deseo.
3- Invitalo a venir:
Yo te propongo que para todo lo que desees atraer a tu vida, para todo aquello que desees manifestar comiences por hacer una invitación formal y profunda.
¿Qué harías si quisieras invitar a una amiga o algún pariente? ¿Le harías la invitación solamente desde tu intención de invitarlo? ¿Cómo le harías saber de ésta intención? No podemos esperar que esta persona sepa de nuestra intención real o de la profundidad de nuestro deseo si no se lo hacemos saber, ¿no crees?
Y una vez que hemos hecho la invitación, no esperamos a que esta persona llegue para preparar nuestra casa o para reservar un tiempo para ella, puesto que damos por hecho que tal o cual fecha vendrá y se quedará con nosotros tanto tiempo. Nos organizamos en función de esa visita que nos va a llegar.
¿Por qué cuando queremos tener un hijo esperamos al último momento para empezar a improvisar, y vivimos esa espera más conectadas con nuestras inseguridades, con nuestro miedo, con nuestras debilidades, en lugar de conectadas con nuestra alegría, nuestra ilusión, nuestras fortalezas y en la certeza de que este maravilloso invitado vendrá con nosotras, porque nosotras somos el mejor lugar del mundo para él?
Permite que te pregunte: ¿Realmente sientes que eres el mejor lugar del mundo para él? De no ser así, ¿qué te faltaría para serlo?
¿Qué es exactamente una invitación a nacer?
Es una manera de hacernos conscientes de lo que queremos, de por qué lo queremos, de nuestro “para qué” deseo ser madre. A qué le estoy invitando…
Cuando invito a mi hijo, lo invito a compartir mi vida, me comprometo con él, es una manera de decirle a mi hijo que asumo la responsabilidad de cuidarle y alimentarle, amarle, de procurarle una educación, de acompañarle en su camino de vida, en su crecimiento y en su aprendizaje: es una manera de asumir mi papel de cuidadora, de amorosa madre y observar si mi vida, mi entorno, mis emociones, mis pensamientos… son los más indicados para que una nueva persona se sienta a gusto conmigo.
Al invitarle le transmito que es importante para mí, que él también es protagonista en mi deseo, que lo tengo presente, que hago espacio para él.
¿Cómo le invitas? La manera más directa, clara y bonita es sencillamente hablando con él. No te hace falta ninguna fórmula esotérica. Tan sencillo como:
♥ cierra los ojos
♥ respira profundamente
♥ visualízalo
♥ invitalo… habla con él como si pudiera escucharte. En la certeza de que YA te escucha.
Cuando hacemos un trabajo de invitación a nuestro hijos, muchas veces este trabajo y esta toma de conciencia en un nivel amplio sobre todos nuestros planos de existencia, nos hacen darnos cuenta de qué áreas son necesarias limpiar y ordenar, qué áreas son más necesarias trabajar a nivel personal, a nivel emocional, a nivel espiritual, y nos ayuda a sentirnos conectadas con ese bebé desde tiempo antes de estar embarazadas. Nos ayuda a estar mucho más conectadas con nuestro propósito de querer ser mamás, con nuestro compromiso, y nos hace sentir ese amor maternal desde antes de tener a nuestro hijo en brazos e incluso en nuestro vientre.
Nos ayuda a establecer una comunicación con él muy íntima, muy personal y casi mágica.
Y ahora… ¡¡Manos a la Obra!!
Espero que te haya gustado y que lo encuentres de utilidad
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¡Recibe un fuerte abrazo!